La zona de La Latina debe su nombre al nombre del un antiguo hospital fundado por la escritora Beatriz Galindo “La Latina” que resultó ser la profesora de latín de Isabel II. La Latina ocupa gran parte del Madrid medieval conservando su peculiar organización urbana, con plazas anchas y calles estrechas que siguen el antiguo recorrido de las aguas. Su delimitación coincide con los primeros recintos amurallados del Madrid del siglo IX , por lo que podemos decir que este es el verdadero centro histórico de Madrid.
El barrio de Lavapiés fue el barrio bajo de Madrid, entendiendo como tal el concepto de urbanismo que trajo la sociedad industrial. La zona de Lavapiés comprendida entre el Rastro, Tirso de Molina y el Museo Reina Sofía se consideraba el icono de lo “castizo” y la “manolería”. Este término muy usado en Madrid es el conjunto de características de identidad cultural que se generaron en Madrid en el siglo XVIII produciendo un modelo de carácter no cosmopolita. Este “casticismo madrileño” está asociado al “majo”, “el manolo”, “el chulapo” y “chispero”, siendo el barrio de Lavapiés la cumbre de esta tendencia.
A día de hoy La Latina es un lugar de culto para cualquiera que quiera vivir la experiencia tomar unas tapas, la calle Cava Baja es casi en su integridad una calle con solo bares y restaurantes y el resto de calles que componen este barrio tampoco se quedan muy atrás. Es muy habitual que los madrileños elijan este barrio para ir a tomar unas cervezas el domingo después de ir al Rastro.
Desde finales del siglo pasado ha ido llegando gente joven al barrio de Lavapiés, atraídos principalmente por el coste de alquiler de las casas. Asimismo el abandono de inmuebles y casas hizo que fuera la zona de Madrid con mayor densidad de casas ocupadas. A día de hoy es increíble ver como este barrio ha acogido amplios sectores de inmigrantes, la población llegando a ser un 50% de origen extranjero, creando un barrio multicultural que comparte en su mayoría las fiestas de San Lorenzo.